En general, la mayoría de la gente no está durmiendo lo suficiente. El estrés, el trabajo o la tecnología que mantiene a mucha gente pegada a la pantalla del ordenador hasta muy tarde son algunos de los motivos principales. Estudios realizados en Estados Unidos indican que la cuarta parte de los adolescentes solo duermen una media de 6,5 horas al día, cuando la mayoría necesitaría, a esta edad, unas 9 horas o más. Entre los adultos, son muchos los que no llegan a dormir ni siquiera seis horas al día, cuando deberían dormir entre 7 y 9 horas diarias.
Veamos cuales son los efectos principales de la falta de sueño:
Obesidad y diabetes
La falta de sueño aumenta el riesgo de sobrepeso, obesidad y diabetes. Las personas que duermen menos de seis horas tienen más obesidad o un mayor índice de masa corporal.
Un estudio publicado en The Lancet en 1999 mostró que la leptina, una hormona que le dice a tu cuerpo que ya has comido bastante, cae un 19% durante un periodo de privación parcial de sueño, aumentado así la cantidad de comida ingerida.
Las personas que no duermen lo necesario ingieren más calorías, sobre todo procedentes de grasas y tienden a picar más entre comidas.
La falta de sueño hace que el cuerpo libere una mayor cantidad de insulina después de comer; esto promueve la acumulación de grasa y aumenta la probabilidad de padecer diabetes tipo 2.
Las células grasas de las personas que no duermen lo suficiente tienen una capacidad un 30% menor de responder a la insulina. Por suerte, este efecto se normaliza una vez que se normaliza el patrón de sueño. En 2012, una investigación realizada por la psicóloga Karen Matthews mostró que si los adolescentes que duermen habitualmente seis horas al día comienzan a dormir tan solo una hora más, su resistencia a la insulina mejora un 9%.
Sistema cardiovascular
El sueño juega un papel fundamental a la hora de reparar el daño causado en los vasos sanguíneos y el corazón. La falta de sueño crónica puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades del corazón, hipertensión, latido irregular y ataque cardiaco. En una persona con hipertensión, una noche sin dormir lo suficiente puede hacer que su presión sanguínea se mantenga elevada durante todo el día siguiente.
Aumento del dolor
La falta de sueño da lugar también a una percepción exagerada del dolor. Según un estudio de la Universidad de Harvard publicado en la revista Pain en 2005, aquellos que durmieron solo 4 horas al día durante 12 días seguidos experimentaron un aumento del malestar corporal o dolor que apareció desde la segunda noche de falta de sueño y duró hasta que volvieron a dormir las horas necesarias. También informaron de menores niveles de optimismo y sociabilidad incluso aunque dijesen no estar cansados. Estos efectos fueron aumentando conforme pasaban los días.
En una réplica de este estudio realizada por los mismos autores en 2007 encontraron también un aumento en los niveles en sangre de interleuquina-6 una molécula que contribuye a la sensibilidad ante el dolor.
Efectos cognitivos
La falta de sueño afecta al funcionamiento del cerebro. El efecto más inmediato de la falta de sueño es la somnolencia, que puede experimentarse como una sensación de fatiga o falta de motivación. La persona privada de sueño está menos alerta, con menos capacidad para prestar atención y disminuyen sus habilidades de concentración, razonamiento y solución de problemas, así como la memoria y la creatividad. Esto hace que sea más difícil aprender. Por otra parte, durante el sueño se produce la consolidación de las cosas que se han aprendido durante el día. Si no duermes lo suficiente, tendrás más problemas para recordar lo aprendido.
Las personas con falta de sueño tienen también un juicio más pobre. No evalúan las situaciones con precisión ni actúan sobre ellas del modo más inteligente. De hecho, se les da bastante mal juzgar el efecto que tiene en ellos la falta de sueño. Pueden pensar que funcionan bien y que se han adaptado por completo a dormir poco pero cuando realizan un test para evaluar su funcionamiento cognitivo, vemos que no lo hacen tan bien como creen.
Estado de ánimo
Aunque la depresión puede causar problemas de sueño, la falta de sueño puede también alterar el estado de ánimo. La falta de sueño se ha asociado a mayores niveles de depresión, ansiedad, uso de alcohol, intentos de suicidio y baja autoestima. También puede producir irritabilidad y cambios de humor.
Sistema inmunitario
El sistema inmunitario de las personas con falta de sueño también parece debilitarse, según un estudio de la Universidad de California publicado en SLEEP en 2012. Los investigadores administraron inyecciones de vacunas para la hepatitis B y controlaron el sueño de los participantes durante una semana antes y después de la inyección. Las personas que durmieron menos durante el estudio tuvieron una respuesta inmunitaria menos intensa ante la vacuna, lo que aumentaría su susceptibilidad a la infección.
Durante el sueño, el sistema inmunitario produce células que ayudan a combatir las infecciones. La falta de sueño impide que el sistema inmunitario realice su trabajo correctamente y el cuerpo es menos capaz de combatir a los agentes invasores.
Envejecimiento de la piel
Todos hemos experimentado alguna vez los efectos de una noche sin dormir en nuestras caras, con los ojos hinchados y la piel cetrina. Por tanto, no es de extrañar que la falta de sueño crónica dé lugar a la aparición de círculos alrededor de los ojos, arrugas y una piel de aspecto apagado. Cuando no duermes lo suficiente, el cuerpo libera más cantidad de la hormona del estrés, cortisol, cuyo exceso puede altear el colágeno de la piel, la proteína que la mantiene suave y elástica.
Por otra parte, la falta de sueño hace que produzcamos menos hormona del crecimiento, pues es una hormona que se libera durante el sueño. En los niños, esta hormona favorece el crecimiento y en los adultos ayuda a aumentar la masa muscular y fortalece la piel y los huesos. También ayuda a reparar los tejidos dañados durante el día.
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